martes, 23 de febrero de 2016

¿Cómo actuar frente al enojo?

Pintura de Norma Ascencio -2006
Autor: Ps. Carolina Pautasso

El enojo es la respuesta de una persona ante una situación de decepción o frustración.   
Nos enojamos cuando el deseo; en lugar de realizarse se encuentra con un obstáculo… una promesa incumplida, una decepción de amor, una demora que genera ansiedad , un corte de tránsito cuando estamos apurados por llegar al trabajo; indican que no todo se produce acorde a nuestras intenciones. Lo esperado, puede no ocurrir.
Es por eso que puede entenderse al enojo como una contracara del dolor. En el fondo de cualquier expresión de enojo hallamos dolor y angustia. Justamente una de las funciones del mismo es protegernos contra la angustia.
Ante cada situación de frustración producimos conclusiones reales o fantaseadas acerca de la causa y lo que la generó y evaluamos si existe una situación adversa o no.
El espectro es muy variado. Desde las personas que imaginan que todo lo que les ocurre es a propósito, que existe un objetivo claro y hasta planificado de ser objeto de daño; otras, en cambio, visualizan un destino empecinado en la figura de otro que obstaculiza la garantía de sus logros e intenciones; hasta el sentimiento de   aceptación resignada como quien quiere ir a la playa en el mismo instante en que se larga a llover.
El modo de actuar ante ello dependerá de cada individuo; de las experiencias significativas que haya vivenciado y las herramientas simbólicas con las que cuente.
Ahora bien :¿Cuáles son las formas de actuar frente al enojo?
Lo calmamos:  Ejercemos una descarga a nivel a nivel fisiológico. ( incluye todo lo que implique una acción motriz sin llegar a la violencia física)
Lo suprimimos:  Bajo esta concepción el enojo debe evitarse. Detrás de toda evitación se esconde un temor… a que el ser querido reaccione mal, o el vínculo directamente se disuelva. Produce al respecto cierta calma el experienciar que la manifestación de enojo no implica el punto final de una relación sino que es una parte más de ésta.
La evitación favorece la acumulación de tensión agresiva, hasta el momento en que  “la gota rebalse el vaso, ” se producirá, entonces, una gran catarsis, donde el individuo, tomado por el enojo, no  expresará su malestar actual sino  reproducirá  todos los malestares en su momento “suprimidos” desde el principio de los tiempos.
Lo expresamos: Le hacemos saber al otro el impacto que su acción produjo en nosotros, lo que sentimos a causa de lo que hizo. De este modo nos acercamos a la verdadera motivación; el dolor o frustración sentidos, y nos liberamos de ese enganche que sostenemos y nos daña.
La comprensión de lo ocurrido facilitará la construcción de acuerdos y acciones reparadoras.

Dice un dicho popular que “ hablando la gente se entiende”.  El psicoanálisis dirá que la palabra posee un efecto liberador ya que “el verdadero dolor es indecible. Si puedes hablar de lo que te acongoja estás de suerte: eso significa que no es tan importante. Porque cuando el dolor cae sobre ti sin paliativos, lo primero que te arranca es la palabra” (Rosa Montero)

miércoles, 17 de febrero de 2016

Mi pareja me engaña

Autor: Ps. Paula F. Lucero - Mat. 5409

Los Amantes - Rene Magritte
En la época actual existen muchos medios para conocer gente nueva y entablar una relación paralela a la relación de pareja, pero la infidelidad es tan antigua como la humanidad misma.
Una serie de señales pueden indicar que nuestro compañero o compañera está “en otra”.
Ante la sospecha de infidelidad, la reacción común es la de jugar al detective, investigando al otro, calculando sus movimientos, revisando sus cosas para encontrar la prueba del engaño.
Entrar en este juego de espionaje demanda gran energía y en todos los casos resulta angustiante. Sea como sea el resultado de nuestras investigaciones, no será agradable; ya que la angustia surgirá por saberse engañado o bien por saberse celoso. La sospecha con o sin prueba de los hechos, generará el sentimiento de desamparo y hará pensar en la verdad de toda relación amorosa: nadie es dueño de nadie. Aquel ser que tanto amamos o que creemos amar, puede irse en búsqueda de otros brazos.
Cuando la infidelidad es manifiesta ¿cómo hacerle frente a este malestar sin caer en la violencia, los sentimientos de inferioridad o la negación?.
Como primera medida, es importante controlar los impulsos, contener las agresiones y pensar en los antecedentes de la pareja. Antes de que comiencen las sospechas, ¿la pareja era feliz?.
Otro punto pertinente es evaluar el grado de comunicación que existe entre ambos, ¿la comunicación es fluida  como para que cada uno exprese sus sentimientos con libertad?.
La infidelidad suele ser el producto  de distanciamiento sentimental respecto a la pareja, lo cual presta el terreno para la aparición de un tercero. Tanto para hombres como para mujeres, la distancia emocional puede llevar a refugiarse en fantasías y buscar un alivio de las frustraciones de modo evasivo. En este contexto, la pareja deja de ser pareja desde el momento en que un tercer elemento se incluye en su mismidad, generando una suerte de despersonalización.
El hecho de vivir en la misma casa, tener hijos en común y compartir la vida diaria con alguien no garantiza la unión sentimental. Es preciso que haya cercanía y complicidad suficiente como para que el amor persista en el tiempo.
Antes del engaño, suele existir un conflicto del cual no se habla y que puede ser desconocido para los dos miembros de la pareja. Dicho conflicto tiene que ver con alguna insatisfacción que no se vincula necesariamente a lo sexual. En esta situación, algunas personas actúan sin haber resuelto sus paradojas y es así como ocurre la infidelidad, sosteniendo dos relaciones paralelas que representan los dos polos de la paradoja sentimental en cuestión.
Es cierto que las mujeres no aman de la misma forma que los hombres. Ellas aman y desean a la misma persona, en cambio ellos pueden amar y desear a dos personas diferentes. Pero los hombres, cuando aman seriamente, subliman esa división que caracteriza a la posición masculina. Renuncian a las dos para elegir a una entre otras, es decir que ellos también pueden concentrar amor y deseo en una misma persona.
Es común a ambos sexos la fantasía de tener un objeto de amor perfecto, con las cualidades que cada quien desee. Pero en la experiencia, uno puede corroborar fácilmente que tal objeto no existe más que en las fantasías, a modo de Frankenstein, es solo una imagen llena de atributos tipo collage. La perfección posible es aquella que no está basada en las cualidades sino en el amor.
Algo obvio pero a la vez fundamental es el hecho de que la persona que es infiel, lo es por no estar en condiciones de perder lo que debería perder. Desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte, las satisfacciones tienen un precio; y no es posible obtener ganancias si no hay pérdidas que las precedan.
La infidelidad, por lo tanto, es la actuación de un anhelo de completud imposible, que suele terminar en el sufrimiento y el escándalo.
En un caso de infidelidad, ambos miembros de la pareja  se ven perjudicados. Pero este perjuicio y el dolor que conlleva no se debe al acto concreto de estar con otra persona sino al engaño, la falta, la traición de la confianza; cuestiones que no tienen por que significar desamor pero si indican que la pareja estable ha llegado a una meseta y necesita remodelaciones.
Claro que esas parejas que escapan a la infidelidad han podido establecer las remodelaciones a tiempo, sin que los cimientos de la relación se conmuevan. Pero si una pareja tiene un problema de infidelidad, esta crisis puede ser una ocasión para empezar de nuevo ya que la infidelidad en sí misma no alcanza para romper una pareja, hacen falta otras razones de base para que eso suceda.
Frente al engaño, responsabilizarse de los propios sentimientos, temores y deseos es fundamental para conservar un lugar digno y seguro frente a la situación. La infidelidad suele ser un síntoma de pareja y no tanto del individuo, por esta razón no llevará muy lejos creer que el que engaña es el victimario y el engañado es la víctima. Resultará más productivo poder ubicarse como protagonista de la situación de infidelidad, entendiendo a ésta como resultado de un malestar compartido.
Una infidelidad genera desasosiego y lastima la estabilidad de una pareja, por lo cual puede significar la gota que rebalsa el vaso y apuntalar la separación. En otros casos, esta crisis sirve para el crecimiento de la pareja, permitiendo reencontrarse desde otro lugar, reformulando las condiciones y las razones para seguir juntos.
En cualquier caso, el engaño es el comienzo del fin. Podrá ser el fin de la pareja o el fin de una etapa en la vida de la pareja, esto dependerá de los amantes; ya que está en sus manos la posibilidad de retener o de inventar el amor.



lunes, 8 de febrero de 2016

¿Cómo ven los niños a sus padres?

Autor: Ps. Paula Lucero - Mat. 5409

En la primera infancia se constituyen los sistemas psíquicos más importantes. A partir de los recursos simbólicos que los adultos van ofreciendo al niño, éste consolida su forma de ser.
Sabido es que en esta etapa de la vida los padres cumplen un papel fundamental para la inserción del pequeño en la cultura y la satisfacción de las necesidades básicas. A causa de este desvalimiento inicial, el marco amoroso es imprescindible para que el niño crezca sano emocionalmente.
En principio, el bebé percibe al otro materno como la única vía de conexión con el mundo, no pudiendo distinguir donde comienza su propio cuerpo y donde termina el cuerpo de la madre. Al poco tiempo de estar fuera del vientre materno, el bebé no solo incorpora la presencia de la madre sino que también comienza a reconocer la voz del padre como componente esencial de la vida familiar. Luego se irán sumando las voces de otras personas significativas (hermanos, abuelos, tíos), ampliándose cada vez más la matriz simbólica en donde habitará el niño el resto de su vida.
Es así que la madre es concebida como un todo que satisface las necesidades y deseos del niño. El padre por su parte, va adquiriendo su valor normativo y legal por estar  o por haber estado al lado de la madre, ya que ésta reúne un cúmulo de significaciones esenciales para el niño. Al principio, la función del padre no opera por si misma sino por intermedio de la palabra materna, por este motivo las situaciones no son las mismas cuando la madre permite la entrada del discurso paterno que cuando ella cierra tal posibilidad.
Los niños pequeños ven a sus padres como grandes dioses que pueden proveerlo de cualquier cosa. La mente infantil no comprende aún el concepto de dinero o las limitaciones económicas. A su vez, los padres idealizados son inmortales debido a que el niño no posee la idea de la muerte hasta una edad avanzada (a partir de los 9 años de edad).
Para un niño, los padres transmiten la razón y el fundamento de las cosas. Aunque desobedezca, haga berrinches y se rebele frente a las normas, la palabra de los padres es para él lo más valioso. En este punto los padres son su modelo y sistema de referencia para interpretar las cosas del mundo.
Hará falta un largo proceso para que ese niño pueda construir una visión más realista de sus padres, permitiéndose el desvío de pensar diferente a ellos y gozar de cierta independencia.
En la niñez, los padres son el hogar del niño, más allá del lugar geográfico en donde viva, más allá de si sus padres están juntos o separados. Lo verdaderamente importante, no es que los padres sean todopoderosos y coincidan con la imagen perfecta que el niño tiene de ellos, sino que sean capaces de crear y mantener un ambiente amoroso para alojar al niño.
Este hogar brindará un sostén para su crecimiento, desarrollo y evolución.
El niño podrá percibir muy tempranamente tanto las congruencias como las incongruencias en el discurso de los padres, cualquier vestigio de duda en ellos se transformará en una duda del niño. Cuando capte algún tipo de lejanía o distanciamiento, tendrá miedo de ser abandonado o suplantado por otro niño, atribuyendo las posibles fallas de los padres a sí mismo.
Por esta razón es tan importante que los padres hablen con sus hijos y eviten subestimarlos creyendo que los niños no son capaces de comprender problemas de los grandes.
Con la escolarización, el niño podrá abrirse paso por fuera de la esfera familiar conociendo lazos de amistad y compañerismo con otras personas. La condición para que esto suceda es que los padres reconozcan ante el niño sus propias imperfecciones, de modo que tenga permiso de equivocarse, arrepentirse, explorar territorios nuevos sin sentirse culpable.
Cuando los padres se permiten fallar, los hijos también tendrán la capacidad de embarcarse en nuevos desafíos sin caer en sentimientos de desaprobación.
A medida de que los lazos sociales del niño se van expandiendo, la visión ideal de los padres se modifica, siendo la adolescencia la etapa que más demuestra los efectos de esta modificación en la imagen de los padres. En la niñez como en la adolescencia, los padres deben respetar la palabra del hijo, reconociendo la importancia que los distintos acontecimientos tienen para él, sin menospreciar las vivencias fundamentales.
El niño podrá soportar la caída de la imagen perfecta de los padres, siempre que ellos soporten la singularidades de su hijo y no quieran transformarlo en algo que no es. El niño podrá tolerar las carencias materiales pero le será difícil perdonar las carencias afectivas y el desamor.
Un niño siempre esperará amor de sus padres y él podrá brindarlo a montones, pero su mayor deseo será verlos felices. Cuando los padres dejan de ser perfectos, solo importará que sean felices, ya que el niño hace el siguiente razonamiento: “si ellos están felices, es porque están contentos de tener un hijo como yo”. Los padres pueden estar mal por muchos motivos, pero el niño no podrá evitar involucrarse en las causas tanto de satisfacción como de insatisfacción de los padres, motivo por el cual los niños necesitan sentirse amados más allá de las circunstancias cambiantes de la vida.
En la adultez, la persona puede conservar algún elemento de aquella visión infantil de los padres, y ante cualquier desventura sentir que los ha defraudado. Pertenece al pensamiento infantil la idea de que los progenitores quieren que sus hijos sean ingenieros, médicos o empresarios, cuando en realidad, los padres quieren que sus hijos sean felices de la forma que sea (al menos así debería ser).
Por lo tanto, la modificación de la imagen de los padres representa un pasaje que favorece la independencia, la seguridad y la estabilidad del sujeto. En este trayecto, es indispensable que opere una separación simbólica entre los padres y su hijo. La separación otorgará autosuficiencia y evitará dificultades futuras en torno a la toma de decisiones; a su vez, permitirá la apropiación de un estilo, la adopción de una posición ideológica propia y la asunción de una orientación sexuada.
Siendo ya adulto, la persona deberá tolerar las diferencias que pueda tener con sus padres tratando de encontrar un punto medio: no ser igual que ellos y tampoco ser lo contrario a ellos. Aunque el niño luego se transforme en adulto, siempre conservará su lugar de hijo, lugar valioso e irremplazable al que deberá recurrir cuando llegue el momento de ser madre o padre. En el cuidado de sus criaturas, será tarea de los padres transmitir una mejor versión de la paternidad y la maternidad, aprendiendo de sus hijos a encontrar la felicidad en las cosas más sencillas de la vida; porque si los padres son felices los niños también lo serán.





martes, 2 de febrero de 2016

Salir de la angustia

Salir de la angustia
Autor: Ps. Paula Lucero

La angustia es un afecto indefinido que invade el cuerpo entero. Suele acompañarse de una serie de síntomas (nerviosismo, diarreas, insomnio. palpitaciones) que aumentan el sentimiento de inestabilidad. La sensación característica de la angustia es la de una opresión en la zona de la garganta.
Otro punto distintivo es tener la certeza de que algo está por pasar, un presentimiento de que se avecina algo feo, desagradable o peligroso.
La angustia puede dispararse por variados motivos, pero en general sucede cuando una situación sobrepasa la capacidad psíquica y emocional del sujeto. En este caso la persona siente que no puede hacer nada para estar mejor y experimenta un sentimiento de indeterminación.
Pero frente a la temida angustia hay cosas que se pueden hacer:
1)    Acotar lo incierto. La primera indicación es recurrir a la objetividad que comúnmente nos caracteriza y aceptar lo que sucede, ya que la incertidumbre no debe eternizarse. En este sentido, es útil buscar las formas para acotar lo incierto o lo azaroso de la situación, tal vez pidiendo ayuda a familiares, amigos o a un profesional si la angustia perdura en el tiempo.
2)     Pasar a la acción. Una sugerencia muy importante es la siguiente: para salir de la angustia, es preciso hacer algo positivo, lo que sea. Salir a caminar, prender el tele, hacer un llamado telefónico, lo que se pueda hacer es válido porque corta el estado de quietud y latencia de la angustia.
3)   Establecer un orden. Aunque suene algo tonto, suele ayudar mucho ponerse a ordenar papeles, ropa, objetos de la casa. Cuando una persona ordena sus cosas, metafóricamente ordena sus pensamientos. La angustia representa un momento afectivo en donde se ha perdido el orden normal de las ideas. Si la angustia es muy intensa, la persona no puede pensar en nada, experimenta un vacío mental o bien le aparece una idea fija que deja en segundo plano a los demás pensamientos.
4)    Historizar. La angustia figura un malestar difuso y da la sensación de que no pasa el tiempo. Para evitar que dicho sentimiento se extienda, es necesario recordar. ¿Desde cuando apareció la angustia?, ¿hubo algún hecho que desencadenó el malestar?. Es importante tener en claro que es lo que puntualmente genera ese mal-estar, es muy útil que la persona elabore respuestas y encuentre posibles causas que organicen ese “estar mal” en el tiempo, de modo que la angustia quede inscripta en una cadena de acontecimientos vividos.
5)    Usar la palabra. Otra de las armas contra la angustia es la palabra, ponerle palabras a lo que está pasando es fundamental para cambiar de posición. Hablar sobre lo que duele, molesta o atemoriza quita la veta trágica a lo que está sucediendo. Se puede hablar con otros pero también funciona hablar con uno mismo, sea en voz alta o por medio de la escritura.
6)    Transformar. Sabemos que los afectos se sienten, pero hay algunos que no son agradables de sentir. Aunque la angustia no sea un afecto placentero, de la experiencia se pueden extraer cosas interesantes. En muchas ocasiones, tras salir de la angustia, la persona puede localizar un antes y un después, notando que algo se ha modificado. La angustia es una señal de advertencia, que indica que la posición actual no es la más adecuada, no necesariamente tiene que anunciar un cataclismo. Suele relacionarse con las esperas y las demoras. En este sentido, la angustia debe transformarse en otra cosa, un acto, una decisión que no solo modifica el status quo sino también facilita una descarga de afectos.
7)    Pensar en lo que se puede. La última sugerencia es poder reconocer los límites de nuestro cuerpo, nuestro pensamiento y nuestro accionar. La angustia tiene una particular relación con la impotencia, por lo cual es preciso recordar que hay cosas que están en nuestras manos y cosas que no. Poder aceptar que existen contingencias que nos exceden disminuye las presiones y abre el camino a una visión del mundo mucho más realista, por lo tanto, más sana.
Al mismo tiempo, cuando una persona logra pensarse como un ser mortal e imperfecto, encuentra nuevas formas de disfrutar de las cosas y los vínculos con otros resultan menos problemáticos.


La atención que no se presta


La atención que no se presta: de-construyendo el diagnóstico  ADD/ADHA.
Autor: Ps. Carolina Pautasso

Cierta práctica clínica presenta la problemática de la desatención del siguiente modo: derivación por parte de las escuelas de niños con mala conducta - diagnóstico de “déficit de atención con o sin hiperactividad” = medicación- terapia conductista ( reeducación de la conducta). Dicha combinación parece ser ideal para contentar a los adultos y ubicar a los niños como "enfermos" a "tratar" . El medicamento abolirá, entonces, la idea misma de enfrentar la adversidad.
¿Cómo diagnosticar ese trastorno cuando todo niño pequeño es desatento e inquieto?
Comencemos a visibilizar los principales conceptos...¿Que entendemos por atención?
La atención es un estado en el cual cierta tensión interior en el niño esta dirigida hacia un objeto exterior. Es un elemento mental que permite no quedar pasivamente sometido a las incitaciones del contexto. Permite al sistema nervioso no ser sobrepasado por la infinidad de estímulos que provienen del entorno. (nuestro mundo interno sería caótico si pudiéramos captar e introducir en nosotros todos los datos y estímulos del medio).
Atender no es solamente estar despierto sino tomar privilegiadamente un elemento sobre otros.
Lo que se le pide a un niño en la escuela es que mantenga por mucho tiempo la atención. Allí los niños  se rigen  habitualmente más  por la obediencia a normas , que por el propio deseo. Tienen que deponer sus intereses momentáneos y concentrarse por un tiempo prolongado en un tema.

Continuando ... ¿que entendemos por aprender?, ¿porque decimos que un niño desatento tiene dificultades para aprender?
Para poder aprender, es necesaria la figura de un adulto, presente, constituyente de dicho aprendizaje. Es el adulto quién va mostrando el mundo al niño, otorgándole sentido. Presentando los objetos, incentivando la curiosidad; siempre acompañados de vivencias placenteras.
Si la madre u otro significativo  no puede vincularse de un modo afectivo con el niño, porque esta en un estado depresivo o preocupada en demasía por sí misma, si por cualquier motivo  ella no puede atender a las demandas afectivas del niño, será difícil que este signifique al mundo como deseable. Será difícil despertar en este niño la curiosidad.
Se aprende a caminar para recuperar al otro amado que se ausenta, se aprende a hablar para darme a entender con un otro amado,  se comienza a investigar por fractura del narcicismo infantil;  el otro  tiene lo que yo no tengo; el otro sabe lo que yo no se.  La posibilidad de aprender  siempre  implica el reconocimiento de un déficit, de una falta.
Saber, también implica un deseo de dominio. Dominar aquello que no sé, que puedo comprender  sólo con ayuda de un otro; para quizás más adelante, previa facilitación, lograrlo solo.
Teniendo en cuenta estas ideas muy básicas podremos comprender que la desatención no es homogénea. Que existen distintos tipos de desatenciones según el contexto de cada niño. Y que sin dudas muchas cosas transitan entre generaciones para que un niño llegue a ser "desatento e hiperactivo".
Intentaremos hacer una especie de itinerario, no a modo enciclopédico ni clasificatorio...sino a fin de intentar visibilizar que es lo que le ocurre a un niño cuando tiene dificultades para atender...atendiendo a la pregunta ¿porqué un niño no atiende?
Diferentes tipos de desatenciones:
El varón terrible: Quizás los mismos avatares de la sexualidad masculina, que se hacen evidentes durante la etapa escolar, dificulten que el varón cumpla con las pautas establecidas por la escuela actual. Muchos niños con déficit de atención,  son simplemente sujetos en pelea por un lugar de hombres. El desorden, las peleas, la rebeldía, el desobedecer son conductas de búsqueda de mostrarse fuertes. Y en tanto esa lucha es una lucha por el poder, suele ser mucho mas valorado en los niños el ser el líder del grupo que el ser buen alumno.
El niño rey:  Son niños  que fueron  objeto de ser exhibidos, mostrado como un adorno. Mostrados como lo único que tienen sus padres para mostrar. Son  niños que estan pendientes de la mirada de los otros, la atención esta puesta en preservarse el lugar en que confluyen esas miradas. De este modo,  no pueden preguntar ni investigar.
El niño que todo lo sabe: Son niños que sólo atienden a lo que les resulta fácil, no hay lugar para pensar la falta, sienten que se quiebran si algo en ellos se pone a prueba, no toleran la dependencia de otro, por lo cual no atienden en clase. Si nada que venga de otro es necesario, no habrá suelo en que posibilitar el aprendizaje. Este disfraz de seguridad suele ser un modo de defenderse de  carencias importantes.
¿Me quiere o no me quiere?: Son niños que ponen especial interés en  intercambios afectivos pero no en relación al conocimiento, parecen estar en la luna. No están atentos a los contenidos quizás como consecuencia de una historia en la que el niño tuvo que recurrir a la empatía afectiva para otorgarle algún sentido a sus vivencias. Para estos  niños el amor a sí mismos esta sostenido en la mirada amorosa del otro. Si esta falta no pueden concentrarse en nada. Si el niño supone que el amor es algo que puede perder fácilmente, estará pendiente de las señales amorosas del otro sin poder concentratrarse en otra cosa o se recluirá.
El niño triste: Los niños que están en proceso de diferentes duelos (separación de los padres, muerte de un abuelo o familiar querido, pérdida de un juguete muy preciado, etc.)  no puede atender.  El duelo implica un trabajo psíquico muy importante, que consume toda la energía del niño en ese momento. Todo lo que no tenga que ver con el objeto perdido suele caer afuera de la atención del sujeto por un tiempo.
El niño que sólo juega: Se trata de una  desatención  por retracción a un mundo fantasmático. Son niños que  retiran la energía del mundo para depositarla en  sus fantasías. Niños que juegan en clase como si estuvieran en un mundo paralelo. Se refugian en las fantasías frente a las dificultades de la realidad. Este tipo de desatención, muestra, sin embargo, un poder creativo y de elaboración de conflictos.
El niño en alerta permanente : Son los niños atentos a todo, pendientes de todo tipo de movimiento o ruido, en estado de alerta.  Se trata de una sobre atención, una atención que va de un lugar a otro, en un zaping permanente.  Estos niños están conectados con el afuera, pero un afuera peligroso, esto podría ser  efecto de situaciones de violencia. No pueden concentrarse por ver toda situación como atemorizante.

Si un niño no puede atender y concentrarse en uno o algunos elementos, esa energía queda suelta en su organismo.  Y va de un lugar a otro buscando una  descarga. Por tal motivos, los niños desatentos, suelen ser muy activos.
El  movimiento en lugar de producir placer y descarga de tensión, genera en ellos más movimiento. No pueden detenerse solos, necesitan de una contención externa para lograrlo, un abrazo, un gesto o palabra envolvente.
Moverse impulsivamente es siempre un intento de sacar de sí lo insoportable. Muchas veces parecen niños que se portan mal cuando en realidad buscan calmar desesperadamente estímulos internos que los acosan.
Los actos de impulsividad e hiperactividad también tienen su origen en la más temprana infancia.
El niño llora, patalea, grita...nada de ello se modifica si alguien no realiza una acción específica. Sin un otro con una conexión empática que le permita detectar que es lo que el niño necesita, y por ende satisfacerlo, el niño queda "pataleando en el aire" a la espera de algo que lo calme.
Los padres de estos niños suelen repetir "te vas a golpear"," "lo vas a romper" como si pudieran prever lo imprevisible, como si lograran controlar lo incontrolable de sus deseos. "No le puedo sacar la mirada de encima por si no"... ésta es la  mirada que persiste y toma un cariz persecutorio, sin dar  lugar a la palabra.
Cuando esto sucede, cuando se hace por el niño, porque éste todo lo destroza a su andar, cuando se  prohíbe el movimiento, cuando se habla por el  niño; éste puede  quedar  en una posición pasiva ,inmovilizado, o de lo contrario,  demostrar que esta vivo a través del despliegue motriz.
Los adultos presentan preocupaciones,  no siempre explicitas,  son las dificultades para poner limites, la culpa ante estos, el temor al aburrimiento, la falta de espacios propios, la falta de tiempo, el apuro, la dificultad de verse como modelos.
Los niños no esperan tanto de ellos...Un ambiente que brinde continuidad en el tiempo , que les posibilite ser ellos  mismos a pesar de los cambios y que trasmita la confianza en la estabilidad de la presencia de sus padres.


El saberse amado es fundamental.